viernes, 28 de mayo de 2010

El transeúnte afortunado

Que un coche atropelle a una persona que camina tranquilamente por una calle de una ciudad rusa no está en función de la suerte de dicha persona ni de la cantidad de vodka que lleve el conductor en el cuerpo, sino que es el resultado de un cúmulo de situaciones. Estadísticamente, cualquier persona que camine por esa misma calle tiene las mismas probabilidades de acabar atropellado. He aquí un ejemplo gráfico de que la suerte es una aplicación de las leyes de la probabilidad.

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